
Son las 7:40 de la mañana, solo hay una persona que siempre llega antes que todos y es saludada por el hombre de edad avanzada, edad un tanto escondida por su físico aún fuerte –fruto de su pasado deportivo–, quien se acomoda en su escritorio de la Dirección Comercial y conecta su laptop.
En cuanto inicia su conexión, viene a su mente el recuerdo de un reciente encuentro con su pasado y el origen de su ya larga carrera en la industria, mientras su imagen se refleja en la pantalla de su laptop, se acuerda cómo años antes se reflejó frente a la vidriera de una agencia de autos aquel flaco desgarbado y, como transportado por una corriente inefable de energía fuera del tiempo y del lugar, se ubicó dos años después de su encuentro con dicho reflejo.
“¿Cómo es que he llegado hasta aquí?”, se pregunta. Hoy, 54 años después, aún sigue activo como Director Comercial. “¿Cómo fue? ¿Qué pasó?”, se cuestiona.
Se sumergió en la pantalla y empezó a recordar: corría el año 1961 y se estaba casando, “¡qué loco, a los 20 años!”, se dijo a sí mismo, como si estuviera viendo una película. Con lo que ganaba en ese entonces, solo podía pagar un modesto departamento en la colonia Narvarte, que para él era de lujo, y sólo quedaba un poco para repartir entre luz, gas, algo de comer y camiones. “No, no puedo seguir así, tengo que encontrar un laboratorio de prestigio” pensó. Así que procedió con el siguiente plan: hacer una lista de laboratorios importantes como Wyeth Vales, Winthrop, Boehringer, Richter, Endo, y otros más, ir a dichos laboratorios, llenar la respectiva solicitud, dejar pasar el tiempo y en algún momento alguien llamaría.
Una noche de diciembre de 1961, como a las 11 pm llegó un telegrama, que por la hora, lo asustó recibir: “¿será una mala noticia?” pensó algo alarmado. No, no era una mala noticia, era una invitación para acudir al laboratorio soñado. Brincó, abrazó a su esposa, y emocionado le dijo: ¾¡me están citando para entregar mi documentación el próximo viernes!
En cuanto llegó el viernes acudió muy contento a las oficinas de su laboratorio “soñado” y ahí lo recibió una señorita: ¾¿en qué puedo servirle? ¾ le preguntó, ¾Traigo mis documentos, hice una solicitud y ustedes me mandaron este telegrama¾, mientras le mostraba dicha misiva. Ella lo leyó detenidamente, haciendo cara de extrañada y sorprendida y le preguntó ¾¿usted es el señor? ¾Sí¾contestó él. ¾Pues lo tengo en mi lista para llamarlo, pero aún no mandamos telegramas de invitación, ¿quién le mandaría este que usted me muestra?, soy quien formula y envía los telegramas, qué raro. En fin, ya que está usted aquí, déjeme sus documentos y preséntese el lunes 2 de enero para iniciar el curso.
Volviendo brevemente al aquí y al ahora, piensa: “…y allí estuve 34 años, en los cuales pasé desde el área de ventas como representante, hasta la Dirección Comercial, pasando por varias posciones previas, viajando y viviendo en Guadalajara, Cuiliacán, Chihuahua, Monterrey y México”, todo esto en un periodo de 15 años –desde 1963 hasta 1978-, para culminar su carrera en el laboratorio de sus sueños en el año 1995.
Regresando al ilimitado cúmulo de memorias, recuerda cuando vivía en una bonita casa en Guadalajara, en una calle llena de jacarandas, cada jardín frontal, pequeño o grande, en una eterna competencia vecinal por tener los mejores rosales.
Era 1963 y estaba a punto de nacer su segundo hijo. Ante el inminente acontecimiento, se puso a limpiar y preparar el cuarto para el futuro bebé, y quitando cajas y papeles viejos, encontró aquel sobre con el “famoso” telegrama y se dijo: “lo pondré en un cuadro, ya que este telegrama fue el inicio de mi gran sueño”. Para ese entonces ya había ganado el título del mejor representante del Distrito Federal, por visitar y reportar un promedio de 8.2 médicos por día, cuando el récord era de 7.5 médicos por día (por cierto, difíciles de visitar por horarios, citas además de que muchos de ellos eran grandes personalidades y maestros), ya íba a cumplir su primer año en Guadalajara y ya tenía record de ventas. “Qué bonita sensación” se dijo, “Sí puedo”. Volvió sus ojos al telegrama, lo observó detenidamente y casi se desmaya cuando leyó que la invitación ¡era de Richter y no del laboratorio de sueño!, había coincidencia en algunas de las letras del nombre: R I C H T E R, ¡pero no era el nombre del laboratorio de sus sueños!
¾¡¿Cómo?! Yo leí otro nombre (no vi Richter)¾, se dijo fuera de sí, ¾mi esposa, la señorita del laboratorio vieron lo mismo¾ no cabía en sí mismo de la sorpresa.¿Qué tal si hubiera leído correctamente el telegrama? ¿Qué hubiera pasado? La historia al día de hoy sería diferente y todo por una equivocación al leer. En ese momento asimiló que cuando algo se quiere con tanta fuerza, es posible lograrlo.
Así, por esas “visiones”, logró ser campeón de ventas de Guadalajara durante 3 años y medio, hasta que lo enviaron al bravo y caliente Culiacán, para probarse que solo y sin equipo, podía seguir siendo campeón, bueno, pero como decía el slogan de un anuncio de Tv.: “esa es otra historia…”
De esa manera quedó expuesto que todos tenemos una gran capacidad mental, concepto que ahora trata de transmitir a las nuevas generaciones que encuentra en su camino: representantes, colegas, consejeras, gerentes, en fin, quien se le acerque buscando asesoría, consejo. Parte de la creencia de que todos tenemos un gran poder mental a nuestro comando, solo es necesario “meter la llave” para activarlo. Incluso el paria tiene el suficiente poder mental para serlo. Partiendo entonces de esta creencia, es cuestión de elegir qué quieres hacer, quién quieres ser y programar tu mente para lograrlo.
Volviendo al hoy, el ahora director comercial evoca la imagen de los rosales y un patio trasero de su casa en Guadalajara, esa imagen cumplía parte de sus sueños desde niño: tener una casa con patio, árboles frutales y una hortaliza, esto como una idea forjada en sus primeros años de vida en Mérida, Yucatán, donde la pequeña casa en que nació tenía un patio trasero lleno de árboles frutales, y aún tiene en su mente, como un esquema imborrable, la distribución de la pequeña milpa de elotes y chayotes, el aguacate, las cajeras (fruta mezcla entre naranja y mandarina), la grosella, los caimitos, la naranja agria, los limoneros, el orégano y un jazmín y sus albarradas (bardas de piedra cubiertas de capullos amarillos de flores de cundeamor y las pequeñas florecillas rojas de San Diego), y su pozo de agua. Pensaba: un sueño más cumplido.
Estamos por llegar al fin de año y esto le ha hecho reflexionar al día de hoy en dónde está, lo que está haciendo: seguir activo en la industria farmacéutica llevando la Dirección Comercial de una importante empresa para apoyar a quienes han creído en él y a la gente que ha confiado en que los puede guiar hacia un mejor destino profesional y personal.
Las reflexiones: En sus primeros años de trabajo no tenía claro lo que quería, su objetivo, sin embargo, gracias a las decisiones tomadas a lo largo del camino, esto fue perfilando dicho objetivo. Tal vez ese objetivo o meta estaba alojada en su subconsciente.
Todo eso que fue pasando en su vida hizo que a partir de su retiro del laboratorio de sus sueños en 1995, se pusiera a buscar y estudiar, ya no disciplinas de marketing y management, sino estudios de disciplinas orientadas al valioso e indispensable desarrollo humano, inteligencia emocional, PNL, logoterapia, Gestalt, Budismo, etc. Por ello, su manera nada ortodoxa de hacer el management y dispensar el liderazgo, formas difíciles de aceptar por la tradición administrativa, de controles, fiscalización de movimientos, reportes de los reportes, pura técnica, poca sensibilidad.
Muchas veces no nos damos cuenta de cómo están relacionados los cambios, son producto de, cuando menos, dos caminos a elegir: me caso o no me caso, estudio o trabajo, cambio de puesto o no cambio, cambio de empleo o no, esto es constante, desde las cuestiones más trascendentes hasta en las cuestiones más mínimas, siempre decidimos, asímismo, las relaciones con las diversas personas y empresas que conocemos, tienen impacto en nuestra vida.
Si se recapitula la vida de lo más reciente hacia atrás, es posible detectar cuando se presenta la sincronización de coincidencias, tema que en mi próxima colaboración comentaré, pasando por temas como la sincronía del destino, el poder del inconsciente, el poder de la intención y la atención, y las dos energías poderosas no estudiadas ni definidas científicamente: el amor y la fe (entendida de otra manera).
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